Samantha Hudson: "El Papa se puede cambiar de nombre a León, pero yo me llamo Samantha y todo el mundo enfadado... No me parece justo"

El pasado 23 de mayo, Samantha Hudson lanzó Música para muñecas, un álbum que sigue la estela sonora de AOVE Black Label en cuanto a géneros —house, bakala, hard-tech y acid—, pero que sirve de contraste con respecto a mencionado proyecto en cuanto a mood, con reflexiones tan profundas y personales como el síndrome de la impostora, el fracaso, la precariedad, el existencialismo y hasta la depresión, en clave de ballroom.

Para hablar de este reciente disco, su lanzamiento en el contexto político actual, su relación con la fe y mucho más, Samantha ha visitado LOS40 y nos ha contado todo esto. ¡Dale al play!

Pregunta (P): Empecemos por el título y el concepto “muñeca”. ¿Desde hace cuánto tenías pensado este nombre para uno de tus proyectos (y este en concreto)?

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Respuesta (R): Yo el término lo conocí como hará cosa de tres años la verdad... —Es cierto que es un término que tiene que ver con la cultura del voguing, con la ballroom de Estados Unidos, setentas, ochentas... Entonces creo que aquí en España es una importación de los países de habla inglesa— Alguna amiga empezaba con la broma, "la doll", "la doll"... Entonces yo, que soy muy castiza (ríe), decidí traducirlo.

Me siento reflejada hasta cierto punto también porque es verdad que "doll", concretamente, era una terminología para todas estas mujeres exuberantes, transgénero, que ya se habían operado de todo y participaban de la escena ballroom; como estaban llenas de plástico, las llamaban muñecas.

Para mí también tiene una metáfora muy valiosa y es que es la efigie, la cáscara donde proyectamos aquello que siempre hemos soñado de nosotras mismas. También siento que la muñeca es igual de antigua que la humanidad porque siempre ha habido juguetes en cierta manera y pues igual de antigua es la disidencia y todas las muñecas más contemporáneas. Y además de la carga misógina que se le atribuye normalmente por ser un codificador de estereotipos de género que nos han impuesto, yo creo que es un término paraguas bastante universal y amplio: una puede ser una muñeca de porcelana, de plástico, tamaño real, más pequeñita, más realista, monstruosa, destartalada, como una patena de trapo....

P: El disco llega en un momento crítico para el colectivo dentro del contexto político actual en materia de derechos trans (Reino Unido, Estados Unidos...). ¿Cómo has vivido esto en paralelo al lanzamiento del disco?

R: Recuerdo cuando estrenamos nuestra gira de teatros que se llamaba Eutanasia Deluxe y a la semana legalizaron la eutanasia. Entonces claro, yo tenía este álbum pensado desde hace casi dos años y de repente vi este resurgimiento del término "doll", con toda la polémica, y el álbum cogió aún más coherencia, tenía como un sentido más concreto dentro del contexto en el que nos encontramos.

Yo siempre he querido dedicarle mi arte a mi comunidad, a mi colectivo, a las muñecas que me rodean, que me inspiran, que también aportan a mi propuesta, pero ahora más que nunca con este panorama político tan convulso yo creo que es toda una declaración de intenciones, o sea, estamos aquí, es la doll domination, vamos a dominar el mundo, no nos vamos a ningún lado, (3:30) no va a haber ni un retroceso y estamos cansadas de que todo el rato se ponga en duda nuestra existencia o se convierta nuestra identidad en una moneda de cambio, un sujeto de debate, no hay nada que debatir, existimos al margen de la opinión de cualquier persona, cualquier partido político reaccionario o cualquier relato perverso que se intente difundir a través de los medios de comunicación generalistas.

P: En la portada del álbum apareces tú como una figura distorsionada, irreal. ¿Cuál es el concepto detrás de estos visuales?

R: Mira, el concepto yo creo que es una chica un poco más sofisticada, un poco más minimalista, y entendiéndose la sofisticación y el minimalismo dentro de los parámetros de Samantha Hudson, claro, porque para mí a lo mejor que me salga un collar de cuentas de bola chinas del c*ño es sofisticado, y para mí igual tener dos pinchos emergiéndome de las caderas es minimalismo.

Quería algo muy pulido, entonces simplemente es una decisión meramente estética, de llevarlo como por una misma línea también, en los conciertos vamos a utilizar única y exclusivamente luces blancas y negras —la falta total de luz, no vamos a aplicar muchos colores—. Era una cuestión de colorimetría, y luego pues Unax LaFuente (@wicboyx), que es el fotógrafo que ha hecho la portada y todo el arte del disco, siempre trabaja como con esa deformación de las figuras, un poco mezclando lo que es de carne y hueso, con esa silueta tan de dibujo animado, tan un poco 3D, un poco videojuego, un poco Æon Flux. En el anterior álbum de AOVE la portada era una sonrisa, y esta es la cara impertérrita, estática, mirándote fijamente, retándote... porque es un álbum que de alguna manera tiene esa intención de provocarte algo, de transmitirte todas mis pasiones y, sobre todo, de hablar de mis sentimientos, quizás de una situación mucho más personal que los anteriores, por eso quería mi cara en primer plano y por eso se puse tan desafiante.

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P: Este es un disco muy personal, ¿de qué manera una fan de Samantha Hudson (que no comparta tu experiencia directamente) debe sentarse a escuchar estas canciones?

R: cualquier momento es bueno para escuchar este álbum, o sea, además claro, todo está hecho con un contraste muy intencionado, porque lo instrumental sigue yendo en la línea pues de la electrónica, lo bacala, el hard bass, sonidos muy ácid, ritmos acelerados, frenéticos, es todo muy de mover el esqueleto, pero luego las letras a lo mejor si prestas un poco más de atención o te concentras como en entender lo que estás escuchando, porque a veces te pones la canción y ya está, y no interiorizas ningún tipo de mensaje, si le prestas atención, pues aborda desde el síndrome de la impostora, hasta el existencialismo, un poco también el desconsuelo de estar en una ciudad que te prometía muchas cosas y de repente te ha masticado y te ha escupido seis veces, como sentimientos quizás más intensos o como una conciencia emocional que va por otro lado, completamente distinto de lo que es la instrumental, entonces creo que te lo puedes poner para bailar y disfrutar y pasártelo bien, para botar las tetas, mover el chocho o te puedes sentar tranquilamente en tu casa y hacer una disertación y un ensayo de cada uno de los temas, te va a dar para todo, pero bueno, esto cada cada una que lo escuche como quiera.

P: Es un álbum para bailar y llorar...

Sí, de hecho en una de las canciones en Esta ciudad dice "hoy no tengo trabajo, no estoy en el mood, bailo mirando hacia abajo y es justo eso". Si el anterior era el discotequeo, esto sin duda es el bajón: estoy en mi casa, 'descualquierada', me estoy deshaciendo, mis apéndices se me van desparramando por el suelo, tengo un bajón de tres pares de narices y me vienen a la cabeza todas las preguntas que a lo mejor no me echo en 15 años, que es el momento clave, cuando estás de resaca no te pienses tú que te empiezas a imaginar un campo lleno de flores hermosas y mariposas, no, emergen todos tus demonios, pues me hacía ilusión hablar de mis demonios y hablar de mis demonios a través de la pista de baile, porque tú puedes conversar pero estar bailando un paso doble.

P: Centrándonos en las colaboraciones, en HOT (GIMME MORE) haces un pequeño guiño a Gimme More de Britney Spears. ¿Qué significa para ti la princesa del pop?

R: Britney Spears para mí es una figura fundamental en el pop en general, o sea, ella es que creo que está rozando en lo divino, ¿me entiendes? ella es el éter y eso es así. Es un monumento como una pianola. A mí me ha inspirado mucho no sólo por lo musical, porque creo que su disco Black Out me cambió la vida, sino también porque cuando estaba muy brotada, cuando ya no podía más con esa industria que la tenía avasallada, con esa familia inclemente que todo el rato se aprovechaba de ella, cuando la prensa la acosaba día sí día también y ella de repente se rapa el pelo, coge el paraguas, se tiñe de negro, ahora una barra de pole dance, cuando emergen todas esas pasiones tan desbocadas, yo la veía y pensaba, esto es el universo, ella estaba en sintonía con eso y eso para mí fue muy inspirador: el poder concederte el espacio de decir no puedo más, estoy loca, voy a chillar y que se vaya todo el mundo a freír espárragos.

Eso es quizás como lo más inspirador que he obtenido Britney Spears y luego todas las divas del pop, o sea quiero decir Lady Gaga corre por mis venas, por ejemplo Christina Aguilera, una referencia también muy clara para la portada del álbum con Bionic, que fue un álbum muy denostado por el público general. Soy una chica LGBT, entonces qué quieres que te diga, todas las divas del pop han acompañado mi existencia y ya si añadimos la capa extra, que es que tengo un hermano siete años mayor que yo y es un mariquita de tomo y lomo, pues imagínate, En vez de ponerme La raíz o Extremoduro, pues me ponía Nicola Roberts, Kylie Minogue, su poquito de Björk —y de repente soy experimental—, pero sí, soy una chica del pop hardcoreta, electrónica, en mi onda, modernita... pero al final del día todo lo que hago tiene una cosa muy poppy, ¿no?

Para mí fue muy inspirador el poder concederte el espacio de decir no puedo más, estoy loca, voy a chillar y que se vaya todo el mundo a freír espárragos.

—  Samantha Hudson, sobre Britney Spears en su era 'Black Out'

P: Otras de las colaboraciones, ‘El Lace y El Tuck’ lo compartes con la Villana. ¿Cómo surgió esta colaboración?

R: Yo había coincidido con ella más veces y de repente como pensé, mira, a tomar viento fresco el síndrome de la impostora, ¿sabes qué? porque la primera colaboración fue Zahara y también fue un poco una epifanía. Tenía esta relación que no terminaba de ser estrecha, pero que tampoco éramos dos desconocidas y dije "venga pues, Liturgia, me apetece con Zahara, se la propuse, dijo que sí". A La Zowi ya le había tirado la caña y ella a mí también, ya tenemos Hot (Gimme More), ¿te apetece? Sí. Y ya dije, venga, la tercera bala vencida, o sea, es que iba de lanzada... La ansiedad social me tenía miedo en ese momento y dije: "Mira, Villana, ¿una colabo?" Y me dijo: "Por supuesto, mándame". Le mandé, le encantó el tema a la primera, esa misma tarde creo me mandó su verso y aluciné en colores, porque... qué es esta liricista, qué es esa letra, qué es esa barbaridad, qué es esa presencia imponente, es como tener a una esfinge delante de ti, es mitológica. Ha quedado un tema fantástico y sin duda creo que era una figura muy necesaria para esa canción. Por eso también estoy contenta, porque creo que cada una de las colaboraciones tiene mucha coherencia.

P: ¿Qué has aprendido de ella?

R: Mira, me han gustado mucho los valores, o sea, creo que es una persona con un discurso realmente inspirador, como los ideales que promueve, la visión que tiene del mundo, el pensamiento crítico, el que puede hacer alarde sin duda. Y, luego también, que trabaja con sus amigas y para mí eso es un síntoma buenísimo. O sea, vino con todo su séquito, ¿no? de sus amigas puertorriqueñas, y una le hacía el pelo, la otra el maquillaje, otra le grababa los vídeos. Entonces, verla rodeada de toda su gente y que realmente se tuvieran tanto cariño y se nutrieran las unas de las otras, para mí fue algo que me reconfortó muchísimo. Dije, "joder, esta tía es tan guay".