Crónica: Sabina le canta al principio del fin de su carrera en una celebrada noche entre estrellas en Madrid
El artista actuó en la primera fecha en la capital española de su gira de despedida, 'Hola y Adiós'

Joaquín Sabina en su primer concierto en Madrid de su última gira. / Aldara Zarraoa/Redferns / Aldara Zarraoa
El Movistar Arena estaba repleto por todo su exterior. Colas y colas formadas por gente de todas las edades que esperaba a entrar al que prometía ser el concierto de sus vidas, casi como una reminiscencia de lo que pasó hace una semana con Dua Lipa. Con una diferencia, claro.
En su interior no estaban las hipnóticas escaleras que la intérprete de Radical Optimism sube y baja durante sus conciertos, sino una elevada tarima para una banda y un taburete en el centro del escenario. En la pista, también llamativo, un patio de sillas que no dejaban hueco para nadie que quisiera bailar. ¿Es que era un concierto tranquilo? Su inicio ya demostró que no.
Un Último Vals se proyectaba en las grandísimas pantallas del escenario, aplaudiendo al que muchos consideran genio y figura de las letras españolas. Cantadas, eso sí. Un videoclip y una ovación después, Joaquín Sabina entraba en escena.

Joaquín Sabina en su primer concierto en Madrid de su última gira. / Aldara Zarraoa/Redferns / Aldara Zarraoa

Joaquín Sabina en su primer concierto en Madrid de su última gira. / Aldara Zarraoa/Redferns / Aldara Zarraoa
Había quien se esperaba que las Lágrimas de Mármol inundaran el Movistar Arena, pero la noche empezaba con sorpresa. Para esa ciudad “de la que no soy, pero que tanto me ha dado” —dijo después—, Sabina tenía preparada Yo me bajo en Atocha como inicio por todo lo alto.
Con San Isidro reciente, los madrileños presentes celebraban, aunque seguramente en minoría. Hola y Adiós es la última gira del artista, y la de la capital una de sus primeras paradas en nuestro país antes de poner rumbo a Londres y París.
Él no se levanta, pero su público sí. Calle Melancolía, que dedica entre otras a su exmujer y a la presentadora Mónica Carrillo, empieza amenazando con ser una de las más coreadas de la noche. Sin contar con que 19 días y 500 noches vendría después.
“Hola y adiós. Veo que sabéis cómo se llama la gira, pero yo no lo canto así”, bromea con una parte de la letra. Guitarra en mano, sigue quieto en su taburete haciendo que todo el estadio mueva sus brazos.
Luis García Montero y Benjamín Prados son dos de los protagonistas de la dedicatoria de la siguiente canción, ¿Quién me ha robado el mes de abril?, dejando claro que no lo tendrá fácil con aquello de acordarse de gente antes de cada tema. “Hay demasiada gente que quiero y que conozco”, dijo, dejando claro que entre las gradas había alguna que otra estrella aplaudiendo al cantante.

Joaquín Sabina, durante un concierto en Madrid en 2023 / Europa Press News

Joaquín Sabina, durante un concierto en Madrid en 2023 / Europa Press News
En Más de cien mentiras presenta a su banda, con el tierno detalle de poner fotos de cuando eran niños en las pantallas. Y es precisamente esa banda la que coge su testigo.
Bajo el pretexto de “siempre tuve la duda de cómo sonarían mis canciones en la boca y voz de una mujer y en la de un rockero”. Dicho y hecho: su corista Mara Barros canta Camas Vacías, y Jaime Asúa, guitarrista, Pacto entre caballeros.
Una despedida contenida
Vuelve al escenario con Donde habita el olvido. Cambia de bombín y de camisa. Misma energía, eso sí. Sentado de vuelta, esta vez retoma las anécdotas y cuenta cómo tuvo la oportunidad de cantarle a la cara Por el bulevar de los sueños rotos a la mismísima Chavela Vargas. Una historia instalada en el imaginario popular, pero que arranca los mismos aplausos de siempre.
La eterna despedida dentro de la gira de despedida la lleva con Y nos dieron las diez, una canción poco adecuada para lo rápido que se le estaba pasando el evento a los asistentes. Aun así, nadie se creyó que no volvería al escenario.

Joaquín Sabina en su primer concierto en Madrid de su última gira. / Aldara Zarraoa/Redferns / Aldara Zarraoa

Joaquín Sabina en su primer concierto en Madrid de su última gira. / Aldara Zarraoa/Redferns / Aldara Zarraoa
La Canción más hermosa del mundo, que retoma al final de una interpretación por su otro guitarrista, Antonio García de Diego; Tan joven y tan viejo, Contigo y Princesa. Como al final de la noche en una discoteca, en esta última encienden las luces. El maestro se va. Pero volverá a la capital antes de irse para siempre de los escenarios. Pero no de la música, claro, porque eso ya es imposible.